sábado, 17 de diciembre de 2011

Los elementos pesados de la naturaleza humana abaten nuestro templo interior sumiéndolo en la oscuridad y transformándolo en un santuario decadente.La luz proyectada desde la vidriera enaltece con voces de color la cualidad esencial  de sus muros y ábside,revelando,así,  la sustancia excelsa de tan sagrado lugar.

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